Samstag, April 16, 2005

Voy a poder escribir de mí cuando se me olvide.

Me está escurriendo el dolor por los ojos, no entiendo cómo ni por qué, pero lo siento resbalar delicadamente, como caricia, a ambos lados de mi faz que está lejos de ser etérea. Me duele. Ya no sé si me duele respirar o pensar que no fui hecha para existir. No soy masoquista, lo acepto, que no disfruto el sufrimiento. La pena me aplasta, la impotencia me estruja; todo me pierde y nunca me encuentro. Ahora el dolor rueda por mi cuello, lo siento y brota como manantial fatídico: una promesa de felicidad es un absurdo. Nunca aprendí a exprimir el arte de ser suicida. Siempre me mataba en sueños y cuando tenía el mar enfrente no me atrevía a sumergirme. Él me escupiría y disolvería mis lágrimas dulces con satisfacción; como una mente hambrienta a un ciruelo y un sentimiento vacío a un durazno. Quiero recitarle a la muerte poemas majestuosos pero en lugar de palabras me salen mariposas tristes. Me dedico a pensar en lo que no voy a tener. Ahora sí soy yo.
…otra vez sola.
Un día escucharás: “mañana no estaré aquí”. Ese día atrévete a mirarme diciendo adiós y a cerrar la puerta sin arrepentimientos.

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