Sonntag, März 27, 2005

¿excepciones?

Y llega un punto en el que dices: 'A la chingada, que se joda el mundo y todo lo que implica.' Y dejan de importar las miradas y los comentarios que podrían hacerte sentir especial (cuestión de independencia). Y deja de importar el sentimiento. Te dedicas a ser. Ya no sólo una persona más que camina por la banqueta mientras la multitud se dirige de prisa y con gritos a la vida que siempre les espera y a la que nunca parecen llegar. Te ateves a levantarte a las seis de la mañana para caminar por el pavimento oscuro y que los demás sueñen lo que sus limitaciones les permitan. El momento se vuelve el momento y no añoras la compañía. Ni siquiera lo piensas, pero la autenticidad es tangible y lo refleja la seguridad del movimiento de tus brazos (se contonean sútilmente por el espacio, con melodía silenciosa, como hoja otoñal que refulge libertad y que se entrega al viento sin reticencia).
Y la poesía... terminas creyendo que cualquier cosa es más sincera que la verdad y entre que el conocimiento es perceptible y sus bases tan sólo un modelo, te empieza a devorar una historia a la que nunca te enseñaron a decir no.
Entonces llega alguien y sus brazos se sienten mejor que la soledad y te preguntas: '¿Cómo lo voy a sobrevivir?' y desas gritar 'no te quiero importar, estás pisando mi espacio' pero hay algo en ti que se resiste. La esperanza, miasma insoportable. Pero pasa, como a uno más, lo sobrevives y termina siendo alguien que pudo haber sido pero que no llegó a ser.
Pero... ahí está esa persona que no fue suficiente y cabe la posibilidad de culparla por la*
PutA... prefiero la ubérrima obscuridad.
*soledad que se clava. Cada vez un poco más hondo.

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