Montag, Februar 21, 2005

Carta uno a un remolino.

Remolino del andar:

Eres un quinqué en el camino. Me haz sacudido con tu actitud destructora. Antes: equilibro estático. Ahora: vibración atemporal. Sin duda la destrucción ha sido constructiva. Me hipnotizan tus ideas empapadas de seguridad y tus palabras llenas de posibilidades y sueños. Había monotonía, pero el tiempo se cuenta por olas y cada una es diferente. Con tus ojos translúcidos haz despertado mis sentidos y cada que los veo en mi memoria me hacen volar. El violeta ha marcado la transición de lo que era y jamás volverá a ser.

¿Extrañas el amanecer?... yo extraño la revolución que tu cercanía producía en mí. Ahora la revolución la causa sólo tu imagen cuando recuerdo. He dicho adiós a la soledad punto He dicho adiós a la angustia punto Ahora pienso en un último intento. Todavía queda respiración.

Brazos abiertos tres puntos Impotencia Impulso desesperado por vivir en ti. Olor a aspiración. Fuego que te dibuja. Humo que retrata la arbitrariedad. Humo que dibuja mi deseo. Sigo oliendo a ti y cuando lo hago se estremece cada célula de mi cuerpo. Si pudieras ver mis ojos llenos de tristeza y tupidos de añoranza correrías en mi auxilio; entonces mi mirada se tornaría húmeda. Entonces, en mis sueños, podríamos probar la Gloria. En un instante la eternidad.

Me puedo introducir en la textura pero no logro entender la razón. La razón que hay detrás de que mi mundo fuera arrasado. Necesito algo que no tengo y que es muy difícil de conseguir: otra revolución. La quiero y la necesito y aunque no estoy segura si el querer fue primero y el necesitar fue después o viceversa eso pierde importancia porque el amanecer eres tú.

He soñado. He sobrepasado límites.

Es como si alguna vez hubiera muerto para el mundo y ahora haz llegado tú: una lluvia de esperanza que cree en la felicidad.

La última célula con vida.


Eres poesía…

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